Nunca te ha pasado, que comienzas alguna actividad, sobretodo aeróbica, y los primeros minutos se hacen una pesadilla? Ese ahogamiento tiene una explicación, y ahora lo entenderás.
Si sientes esto cuando comienzas una actividad física, no te preocupes, es algo normal que no te ocurre a ti solo. Esta sensación le sucede hasta a los atletas más entrenados.
Índice de contenidos
Vías energéticas
- Anaeróbico (no necesita oxigeno)
- Aeróbico (necesita oxigeno)
Para que los músculos se contraigan, requieren de energía en forma de ATP (adenosín trifosfato). El sistema anaeróbico ofrece de 2 a 3 minutos para mantener el ATP, pero pronto, se necesita cambiar a otra vía, la aeróbica, para continuar con la recarga de ATP y llevar la energía al músculo. El sistema Aeróbico utiliza gran cantidad de oxigeno para convertir el glucógeno almacenado, grasa e incluso ácido láctico en energía.
Cambios en las vías energéticas
Pasar de un estado sedentario a activo requiere un proceso fisiológico donde se movilizan gran cantidad de recursos de tu sistema.
Una vez se estabiliza el sistema de energía aeróbico, el músculo es capaz de contraerse durante horas. Pero es precisamente el cambiar de un sistema a otro lo que genera una “deuda de oxígeno”, hasta que tu organismo capta el mensaje y moviliza el oxígeno para alimentar a los músculos y facilitar la glucólisis aeróbica
Estos cambios fisiológicos se producen en todos los deportes, pero la pesada sensación de fatiga y falta de aire se produce en mayor medida en deportes como ciclismo, running, natación…
Síntomas durante el comienzo del ejercicio
En esos momento sentirás una sensación de quemazón en los músculos y poco agradable, y comenzarás a respirar rápidamente a la par de incrementar el suministro de oxígeno a los músculos.
A pesar de haber comenzado, ya te parecerá que lleves varios minutos, y si de running se trata, las piernas parecerán que te pesen e incluso como si las tuvieras congestionadas.
El corazón comenzará a bombear más rápido para permitir una mayor oxigenación, y transporte de nutrientes hacia todo el cuerpo.
Pero acabada la “transición” ya habrá pasado ese cierto malestar inicial, y tu tasa respiratoria se mantendrá estable, pero a un ritmo adecuado que te permita seguir entrenando con normalidad.
Un buen calentamiento es la clave
La clave es conseguir que esa transición energética se produzca de una manera más confortable y segura, y para esto es necesario realizar un buen calentamiento.
Para algunos, notar todo este proceso puede suponer un gran impedimento de cara a continuar con el propio ejercicio, ya que la sensación de fatiga puede ser muy agresiva.
Calentar te permitirá evitar todo el “sufrimiento” inicial descrito, además que seguro que tu motivación será mucho mayor y ello te conducirá a realizar un gran entrenamiento.
Conclusiones
- Ya sabes por qué se produce ese »mal trago» inicial. Se trata de una transición de un estado basal para adquirir un ritmo adecuado con el cual permitir realizar una actividad física especifica.
- La próxima vez que comiences a realizar un ejercicio, y te ocurran estos síntomas mencionados, visualiza en tu cabeza qué proceso está siendo llevado a cabo por tu “máquina” y lo realmente sorprendente que llega a ser el organismo humano para adaptarse a una nueva situación de estrés.
- Cuanto más entrenados estés, tal vez estos síntomas disminuyan, fruto ello de que estés aumentando tu capacidad física, tu corazón se haga más fuerte y mejore el transporte de oxígeno, aumenten los vasos capilares, y los anteriores se hagan más anchos y elásticos, y disminuye la presión arterial